lunes, 11 de agosto de 2008

El niño con el pijama de rayas

El viernes pasado, cuando volvía a casa en el autobus, casi sin querer, llegué al final de este libro. Pese a tener 22 años creo que sigo siendo demasiado inocente en estos temas y el final del libro me cogió desprevenida. No esperaba que después de tanta dulzura me acechara de esa manera la crueldad. Cuando quedaban tres capítulos para acabar el libro pense en la posibilidad de que pasara, pero no quería verlo, sabía que no era buena idea, pero me quedaba una pequeña esperanza de que saliera bien. Al acabar el libro, sentada en un asiento de autobus, no puede controlarme y se me empezaron a caer las lágrimas, victimas de un dolor interior que últimamente está muy vivo en mi.

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